Desde Mozambique con motivo del mes de las misiones Estrella nos envía esta hermosa carta:
“…. Porque es eterna a su misericordia…”
Salmo 117
Levo 17 años en Mozambique y confieso que todavía estoy aprendiendo a ser misionera, este pueblo con el que camino me enseña cada día.
Esta Provincia está sufriendo ataques armados desde hace 7 años. En el mes de Marzo fueron atacadas aldeas en una zona que nunca había sido atacada, quemaron sus casas, mataron a varias personas y ellos tuvieron que salir.
En el mes de Agosto, llegué a algunas de estas aldeas, visitando y diagnosticando enfermos con la enfermedad de lepra. Hacía un mes que habían regresado a la aldea, estaban reconstruyendo sus casas. Me impresionó muchísimo estar con aquellos hombres y mujeres contándonos cómo lo habían vivido, que este año no iban a recoger millo (su comida base) porque entre el cambio climático y que no estuvieron allí, sería un año de mucha hambre. No pedían nada, solo una viejita sin manos y sin pies, a causa de la lepra, me pidió una ayuda, a pesar de que sus hijos le reconstruyeron la casa y vivía con unas nietas que la cuidaban muy bien. Ellos solo decían que estaban rezando a Dios que no los atacasen de nuevo. Al escucharlos se encoge el alma, produce una gran admiración y mi respeto crece hacia ellos. Es un gran pueblo… son tan resilientes.
En una aldea el encuentro era en el centro de salud que también habían quemado y todavía estaba en esa situación. El voluntario que nos ayuda con la lepra, en su aldea, es también el animador de la Iglesia católica, puesto que por las distancias los sacerdotes llegan muy pocas veces a las comunidades y ellos son un poco los responsables y el lazo de unión entre los creyentes y el párroco. Un señor admirable, al llegar me impresionó muchísimo ver el centro de salud quemado, pero cerca del crematorio de la basura encontré una pequeña cruz, le pregunté qué significaba y me respondió que habían degollado a 5 hombres por ser católicos. A los tres días volvieron algunos hombres para enterrar a estos hermanos y evitar que los animales comiesen los cuerpos. Con mucho miedo por si aun estaban los insurgentes, se colocó uno en cada cruce del camino para vigilar y otros recogieron los cuerpos y los echaron en el lugar del crematorio de los residuos pues no tenían tiempo de hacer un entierro digno por miedo. Bueno, ni puedo describir lo que sentí, imposible no llorar, junto a ellos rezamos ante la cruz, pero les puedo confesar que me siento cada vez más pequeña y aprendiz de ellos. ¿Yo sería capaz de entregar mi vida por mi fe?. Tenemos varios casos de estos, cristianos de a pie que han preferido morir antes que renegar de su fe. Soy misionera…pero ¿Quién enseña a quién?. Tengo la sensación y cada vez más que estoy en un lugar sagrado, caminando con ellos y ellos son quienes me evangelizan y me enseñan a ser misionera cada día.
Bendice Señor a cada uno de tus hijos que viven y luchan en estas tierras, bendice y protege a cuantos nos ayudan desde la distancia y son grandes misioneros. Confío en sus oraciones. La vida es muy corta, que yo haga siempre aquello para lo que fui creada y colocada aquí.
DIOS LES BENDIGA SIEMPRE
Estrella Arjomil Soto
Octubre del 2024