miércoles, 13 de febrero de 2019

Hola, muy buenas!!. Hoy quiero compartir con vosotros una "linda" experiencia que viví este Domingo y que me dejó el alma esponjada.

Toda esta semana, del día 4 al día 8, pasamos a visitar cada día una comunidad por la tarde. Teníamos junto con ellos la Eucaristía y después dedicado a los enfermos, como preparación para el día mundial del enfermo que, desde la comisión de salud, propusimos celebrarlo el Domingo llevando algún enfermo de cada comunidad para recibir el Sacramento de la santa Unción y al mismo tiempo dar una pequeña catequesis para que vayan perdiendo el miedo a este sacramento. Llegó el Domingo y apenas llegaron enfermos pues la mayoría están sin bautizar. Me habían pedido de la comunidad de Cibaguar poder visitar a un niño que no podía caminar y su madre lo estaba pasando mal, porque el marido la había abandonado. Total que decidimos ir al terminar la misa... Chibaguar es como las imágenes que te pintan de Belén. Zona montañosa, con caminos de cabras y horroroso en tiempo de lluvias, porque todo está lleno de lodo y resbaladizo. Llegamos sudando y casi sin aliento a casa del niñito. Pobrecito tiene una hidrocefalia, la columna fatal, unos 4 añitos... Su madre estaba en una ceremonia de un muerto. Quedamos de hablar con ella para escucharla y ver la mejor forma de poder ayudarla.

Salíamos de su casa y yo muy pendiente en todo momento de donde ponía los pies para no resbalarme y de repente nos encontramos con un grupo de hombres ya adultos, una chica y una señora con sus lindas sonrisas en sus caras diciendo que venían de tomar "cabanga", bebida tradicional y que nos querían invitar. Era broma, venían de misa y nos estaban invitando a visitar a una joven, ellos iban a rezar a su casa. Total que llegamos a su casa entre risas y vimos la joven en mal estado y después de 2 semanas aún con fiebre. Le ví el tratamiento y la receta y les hablé que hoy era mejor volver para el Hospital que la acompañaríamos con un buen médico y quizás hacer el análisis de fiebre tifoidea en la Clínica, que la ayudaríamos económicamente... Total yo me despedí, le dije alguna palabra de ánimo y fuerza y cuando ya me iba, por supuesto nos venía alguien de la comunidad acompañarnos hasta salir de allí, dicen los del grupo: nosotros venimos aquí para rezar por ella. Me quedé de piedra, y con un gozo interior por dentro. Hombres de fe!. Me hizo pensar en nuestra Iglesia de España, que es distinto. ¿Alguna vez vamos a casa de un hermano en la fe para rezar por él y con él?. Aquí podemos no tener muchos católicos pero la gente es creyente.

Gracias Dios por estos mis hermanos que me han dado una gran lección, es muy importante curar el cuerpo pero también manifestar nuestra fe.

Sigo caminando y aprendiendo con este nuestro pueblo tan sufrido y tan amado de Dios.

Fuertísimo abrazo y una semana cargada de bendiciones.🙏😘🌹

Estrella